Y la moraleja es…. (crítica de la película Un cuento Chino)

El devenir de la vida entre casualidades y causalidades siempre fue un de tema que fascinó a los hombres. Esta tópica suele encontrarse mucho en las películas, representada varias veces a través de un personaje en crisis que se encuentra con un otro ajeno que le hace replantearse su existencia. De eso se trata Un Cuento Chino.


Ricardo Darín hace de Roberto un ferretero ermitaño de descendencia italiana que vive en la casa al lado del local donde trabaja. Su existencia se desenvuelve todos los días a través de rutinas preestablecidas -que se asemejan a un trastorno obsesivo compulsivo- como comer las mismas comidas, hablar con los clientes habitúes e irse a dormir a las 23 en punto, sin falta.

Sin embargo, esta repetición constante se ve alterada por la aparición del chino Jun (Huang Sheng Huang) que busca a su tío residente en la Argentina y no habla castellano. El joven perdió a su prometida, quien murió en un tragicómico accidente cuando una vaca cayó sobre ella.

De allí en adelante, la película muestra los intentos de comunicación, más allá del lenguaje, entre dos personas cuyas vidas están signadas por el dolor. Roberto tiene que aprender a convivir con el chino al que aloja momentáneamente en su casa y también a relacionarse con Mari (Muriel Santana), la cuñada del diariero que está enamorada de él.

El film resulta entretenido, bien narrado, ambientado y filmado, logro del director Sebastián Borensztein. Los chistes y guiños referidos a la argentinidad se repiten así como los relatos que se mezclan en la trama a raíz de los recortes de diario de historias asombrosas que colecciona Roberto.

En cuanto a la escenografía, esta ilustra adecuadamente la situación de alguien que se quedó varado en el tiempo, ayudada por primeros planos bien seleccionados y una cámara que gira 180 grados en el comienzo para distinguir la historia del chino de la del argento.

En definitiva, la segunda obra de Borensztein sirve para comprobar que el cine argentino no es aburrido ni pobre y que Darín no solo hace de Darín.  Al igual que películas como El Gran Torino, del Clint Eastwood, o Las locuras del Señor Smith, protagonizada por Jack Nicholson, Un Cuento Chino deja la sensación de que el encuentro entre estos dos individuos no fue en vano y que todo en la vida tiene un porqué.

María Julieta Rumi

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