¿Por qué no me llama? ¿Qué es lo que hice mal? expectativas y frustración son algunos de los elementos de los vínculos afectivos así como también de las relaciones de trabajo.

Esta comparación no es nada extraña si nos ponemos a pensar en las primeras impresiones en una entrevista laboral o en una primera cita romántica. La sensación de ser juzgado por lo que uno dice o por cómo se ve en estos dos ámbitos es de lo más normal. Y uno se prepara. Tiene algún speech para esquivar con gracia el escollo de una relación conflictiva del pasado, resalta sus capacidades y esconde en el placard sus puntos flacos o las cuestiones que podrían ahuyentar a cualquiera.

Pasado ese momento viene la espera acompañada por un razonamiento táctico acerca de cuándo es conveniente o no llamar y así mostrarse interesado y, al mismo tiempo, vulnerable si el otro no quiere saber nada o por el momento no se decidió porque examina otros prospectos. Finalmente la comunicación llega o no, lo que igual no baja la ansiedad ya que o 1) hay que seguir buscando  o 2) quedan por adelante más encuentros o un entrenamiento tortuoso sin que uno se haga la idea acerca de hacia dónde va la cosa.

Otro capítulo merece la consolidación de la relación. En la oficina al igual que en casa uno se puede encontrar involucrado en relaciones insanas del tipo sadomasoquista, parasitaria o de meta sexual inhibida. Esos vínculos claramente tienen su enganche pero son más fugaces que los basados en una comodidad de tipo ritual que hacen que, si bien uno podría está mucho mejor en otro lado, tan mal no está y da fiaca salir de la confort zone para emprender la cacería.

En cuanto a los finales, son todos iguales: uno deja o es dejado. Generalmente, convirtiéndose la rutina de cada uno en un patrón. Dos extremos son El serial dater que nunca se queda quieto/a y va de mina/tipo en mina/tipo y de laburo en laburo sin un rumbo claro; o el que deja su vida y aliento ingratamente en una relación o trabajo que, como caballo de estatua, no lo caga pero no lo lleva a ningún lado. Más allá de esto la idea es disfrutar, en la medida de lo posible, y no perder el respeto por uno y por el otro.

María Julieta Rumi